Una atípica mezcla de sabores define el chocolate de Giorgio Demarini y su madre, Elena Basagoitia
“Mi mamá siempre decía que la vida era como una caja de bombones”, le cuenta Forrest Gump a una esquiva enfermera, mientras ambos esperan el bus sentados en una banca. “Nunca sabes qué te va a tocar”. En eso estamos muchos de acuerdo.
Referencias fílmicas aparte, lo cierto es que hay un elemento de sorpresa imposible de obviar cuando se trata de bombones. ¿A qué sabrá uno relleno de lychee y flores de geranio? ¿De aceitunas y sésamo negro? La respuesta a todo eso –y bastante más– está en la barra de Roselen Chocolatier. En julio de este año, la revista National Geographic incluyó a la tienda peruana –con dos locales en Lima, el más nuevo de ellos en el centro comercial El Polo 2– en un difundido ranking de las 10 mejores chocolaterías del mundo. El motivo: la atípica mezcla de sabores que define la propuesta que comandan Giorgio Demarini y su madre, Elena Basagoitia.
Más de 40 clases de bombones hechos con cacao peruano al 60 y 70% –de Piura, San Martín y Cusco– componen el menú principal (la unidad a S/. 4; puede armar cajas). Los rellenos incluyen sabores como ají limo y cítricos; limón, ron blanco y hierba buena; mango y agua de rosas; y hongos Porcini, pecanas y sésamo. Los bombones por corte vienen, por ejemplo, con pistachos y sal de Maras y ganache de lúcumas. Intente no perderse las trufas y barras. Solo se vive una vez.
El extra:
Si el chocolate en su forma más pura no es de su total agrado (descuide, hay varios como usted, aunque algunos no lo comprendamos), Roselen propone una línea de pastelería –con chocolate, claro– que incluye toffees, cocadas, turrones de maní y nocciola y galletas de choco chips, rellenas o triple chocolate, entre otros.